Estas galletas de chocolate y tahini están espectaculares. Saben muchísimo a cacao, tienen un puntito amargo (pero leve) por el tahini y el cacao, y el sésamo les da un toque crujiente increíble. Además son sin gluten y sin lactosa.
Son muy fáciles de hacer, muy muy fáciles. Como casi todas las recetas de galletas, los pasos son: Preparar la masa, refrigerar, hacer bolitas, aplastarlas un poco y al horno. El truco para que queden blanditas por dentro es hornearlas el tiempo justo. En mi horno son 9 minutos pero ya sabéis que cada horno es un mundo… así que probablemente tendréis que probar con la primera tanda y luego ajustar el tiempo.
Aunque al sacarlas del horno estén muy blanditas y parezcan crudas, no lo están. Se terminarán de cocer una vez fuera (con el calor residual que queda dentro de cada galleta) ¡y al enfriarse quedarán perfectas!
Si te gustan este tipo de galletas, tienes que probar estas otras con trocitos de chocolate
¡Tenéis que probarlas, seguro que os encantan! Si las preparáis, enseñádmelas en Instagram!
Galletas de chocolate y tahini. Sin gluten, sin lactosa
Ingredientes
- 50 gramos de harina de arroz
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 100 gramos de azúcar moreno
- 100 gramos de tahini
- una pizca de sal
- 1 huevo
- 25 gramos de cacao puro en polvo desgrasado
- sésamo tostado
Elaboración paso a paso
- En un bol mezcla la harina, el bicarbonato, el cacao puro y la sal. Reserva
- Bate el tahini junto al azúcar hasta que la mezcla sea un poco esponjosa
- Añade el huevo y sigue batiendo
- Incorpora los ingredientes secos que habías reservado y remueve con una cuchara o con las manos hasta formar una masa parecida a la plastilina.
- Precalienta el horno a 180ºC
- Si la masa está demasiado blanda, métela unos 30 minutos al congelador antes de hacer las bolitas para poder manejarla mejor
- Haz bolitas del tamaño de una nuez y aplástalas ligeramente. Puedes cubrirlas con sésamo tostado
- Hornea durante 9 minutos
- Aunque parezcan crudas al sacarlas del horno, se terminarán de cocinar una vez fuera con el calor que queda dentro de cada galleta. Déjalas enfriar en una rejilla y cuando estén totalmente frías podrás comerlas. ¡Quedan perfectas!
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